SINOPSIS
Dos cadáveres han aparecido en un pinar de Valladolid. Según la autopsia uno de ellos es el principal sospechoso de unos crímenes acaecidos en el municipio de Urueña varios años atrás. Este giro de guion pone en alerta a Bittor Balenziaga y Sara Robles, los policías y guardias civiles encargados de aquel caso, sobre todo cuando empiezan a aparecer otros cadáveres por distintos puntos de la geografía nacional. Y todos con el rostro desfigurado tras practicarles la sonrisa de Glasgow.
Título: Nos crecen los enanos
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: SUMA
Fecha de publicación: 8 Septiembre 2022
RESEÑA
VALORACIÓN: ⭐⭐⭐⭐⭐
Si segundas partes nunca fueron buenas, “Nos crecen los enanos” debe ser la excepción. Si con “Astillas en la piel” me impactó, con esta continuación Gellida ha conseguido volarme la cabeza del todo. Dice una de las citas en la solapa que “Pérez Gellida es, sin ninguna duda, el mejor autor de novela negra de España”, y va a ser que lleva razón porque “Nos crecen los enanos” es un caramelito para todos los amantes de la novela negra. Pero negra, negrísima, de esas en las que la maldad en estado puro campa a sus anchas a lo largo de sus páginas.
El hallazgo de dos cadáveres en un pinar de Valladolid desconcierta a la policía, al descubrirse durante la autopsia que uno de ellos era el principal sospechoso de unos crímenes ocurridos tres años antes (crímenes que se relatan en “Astillas en la piel”). La aparición de nuevos cadáveres con el rostro desfigurado repartidos por distintas ciudades llevarán a la inspectora Sara Robles y al Teniente Bittor Balenziaga a enfrentarse nuevamente a un despiadado asesino, que no se lo pondrá nada fácil.
Si en “Astillas en la piel” eran definiciones de crucigrama las que daban título a los capítulos, aquí son términos circenses los que dan inicio a los mismos (por aquello de “monto un circo y me crecen los enanos”), en un espectáculo en el que el maestro de ceremonias llevará al límite a la policía y al propio lector.
La narración en tercera persona, que solo pasa a primera persona cuando se trata del asesino, es todo un acierto. Con ello el autor consigue que el lector se meta en su mente enferma y sienta un profundo rechazo por él, provocando auténtica repulsión en algunos momentos. Al contrario de lo que ocurre en otras ocasiones, el asesino no tiene ningún rasgo que le pueda redimir a ojos del lector, despertando en él el odio más visceral posible, lo que consigue una implicación del 100% durante la lectura.
Los personajes están perfectamente construidos y están llenos de matices. Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son… Bueno, en esta ocasión sí, los malos son malísimos, pero los buenos se mueven en esa escala de grises que hace que sin poder a llegar sentir simpatía por alguno de ellos, si hace que podamos empatizar con su situación.
La historia no da tregua en ningún momento, con una narración fluida, un lenguaje rico pero que no rechina, y una curiosa manera de enlazar escenas aprovechando la frase final de una para dar comienzo a la siguiente. Una investigación correcta, que resulta creíble y con los giros justos para que el lector no se sienta a salvo en ningún momento y que conduce a un final que, aunque un pelín peliculero, no deja de ser tremendamente satisfactorio (ni confirmo ni desmiento que grité al libro mientras leía esa escena 😆).
Si eres fan de Pérez Gellida, “Nos crecen los enanos” te encantará, y si no lo eres aún, lo serás después de leerlo.
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